Comentario
MEMORIAL 53
Señor.
El Capn. Pedro Fernz. de Quirós. El Secretario Juan de Ciriza me leyó y dio un papel que dice lo resuelto por Su Mag. en los particulares del Capitán Quirós, que en cosa tan grande es menester ir con mucha seguridad y saber de cierto lo que es, y Su Mag. holgar de que le ayuden a descubrir lo que Quirós desea, y para esto vuelva al Pirú y siga las órdenes que el Virrey le diere, asignándole que se le hará merced como si él solo lo descubriese.
A lo que digo, Señor, volviendo por mi honra, que si esta seguridad se dice por la poca que de mi persona se tiene, que formaré con razón una gran queja, porque mi fidelidad y lealtad es tan conocida que no se puede negar ni dudar dellas.
Y si por las grandezas, digo, Señor, que son tan grandes aquellas tierras que pueden bien caber en ellas millares de enemigos de la Iglesia Católica, y de V.M., defensor della, que saben están descubiertas y podrán ir a ellas (si ya no están en ellas) y en ellas y en todas las de su contorno hacer tantos y tan grandes males, y daños en lo espiritual y temporal, como los he significado muchas veces. Por lo que se ve a lo claro que la seguridad de estas obras no está en la confianza, ni en la desconfianza, ni en las tardanzas, sino en la presteza, dinero y gente, siendo la cabeza de España y el cuerpo del Pirú.
Y si se dice por las trazas y por los modos conque se debe plantar, levantar y perpetuar cosas tan grandes, digo que buenos son los que tengo prevenidos y publicados y demostrado tantas y tantas veces.
Más si se dice por el más o menos gasto, digo, Señor, que con V.M., sírvanse darme la empresa en papeles y autoridad, que con esto se excusará todo lo que decirse puede en razón dellos.
Y cuanto al saberse de cierto lo que es digo, Señor, que me suena a no ser creída la verdad que dije, digo y diré y las ofrecí mostrar con las probanzas en la mano, que ministros no quisieron recibir diciendo estar V.M. muy cierto, yo la traje (?) y ser la empresa del Austro de mucho mayor grandeza que la he representado. Y también digo que a V.M. misma lo mostré y que V.M. me hizo merced de poner los ojos en ellas, y ahora me ofrezco a mostrarlas y a dar la satisfacción que debo, aunque a mi parecer es ya muy tarde para las dudas, que no caben, confesando las grandezas de las cosas.
Y cuando a lo que dice y S.M. holgará de que le ayuden a descubrir lo que Quirós desea, digo, Señor, que nunca me ofrecí a descubrir porque tengo descubierto un Paraíso terrenal que deseo poblar de Angeles y de santos, y con ellos desde allí acabar de descubrir y saber de cierto lo que es todo aquel resto del mundo, sin lo conocido del que es tanto como la Europa. Debo advertir aquí que para saberse lo que es una sola isla, o sea grande o pequeña, es necesario reconocerla, demarcarla, observarla y sondar lo que es mar, y atravesar la tierra buscando, viendo y notando, e informarse de los naturales della, si es que no la defienden, y conque el tiempo favorezca y todo suceda bien son menester días, meses y quizás año.
Mas digo que el descubrir de nuevo sin primero haber poblado para tener la retirada y el recurso cierto es aventurarlo todo. De más desto, porque con el gasto del descubrir se puede hacer la población y ganar tiempo, honra, provecho, seguridad, y por otras mil legítimas razones que di, doy y daré, no conviene ni menos acabarme la vida en esto, y porque después que aquí estoy pude ir y venir del Austro dos y tres veces, y ganarse muchos millones de almas y muchos millones de oro, y todos ellos se han perdido porque no me despacharon luego que entré en la Corte, y porque el mundo está a la mira por ver qué despacho me dan.
Fáltame saber quién o quiénes son las personas que han de ayudarme. Suplico a V.M. se sirva mandar se me diga, o si yo las he de buscar.
Y cuanto a lo que dice: que para esto vuelva al Pirú y siga las órdenes que el Virrey le diere, suplico a V.M. que sin despacharse muchas veces bien y muy claro y firme, no me envíe al Pirú. No digo esto sin causa. Las órdenes ya las pedía V.M. por lo más importante destas obras, y las pido por lo más seguro dellas, y es razón y aún justicia yo las vea y las entienda y sepa cuándo he de ir, cómo he de ir y para qué voy, y a qué voy con juramento, que a V.M. ya la obra, y a mí, estará muchas veces mal, que sin esta claridad y seguridad salga yo de la presencia real de V.M. y en esto hay muchísimo más que decir. Suplico a V.M. lo quiera saber de mí.
Digo más; que para dar principio a una fábrica grande o pequeña, junta el dueño dellas por orden de su artífice todos los materiales, y se los muestra para que los vea toque primero que ponga manos en ella. Yo que he de ir a fundar ciudades y castillos y casas reales, y otra gran suma de fábricas en tantas tierras y mares, no veo todo ni parte de los materiales y aprestos conque debo comenzar, ni me los quieren mostrar ni decir lo que son. Pero yo digo: los muchos engaños y falsedades y lo demás de que Satanás se ha valido y vale para desbaratar obra tan pía, al menos por detenerla, que
cuando se trate della sea como él la tiene trazada, y para esto halla muy grandes ayudas de costa.
Y cuanto a lo que dice: asegurándole que se le hará merced como si él solo lo descubriese, digo, Señor, que juzgo por el sonido de las palabras me quieren dar ayudante, y que si le hay tan práctico, tan diligente, tan celoso y tan desnudo y a propósito como la obra pide a gritos, que vaya muy enhorabuena, no uno sino centenas, pues cuantos más, tanto mayores ganancias y más descanso para mí.
Mas si es para enseñarme y aprender, conviene que nos veamos para tratar de las materias, saber cuál de cuál es bien que sea el maestro (!).
Y si como se dice, me lo dan para testigo, digo Señor, cuán buenos son los muchos testigos, eclesiásticos y seglares, que de cuatro, cinco y más años, con firmeza y gastos de sus haciendas, esperan esta jornada para emplear en ella el talento que Dios les ha dado, y de quienes y de mí se debe y puede fiar, que obraremos con lealtad y diremos la verdad.
¡Señor, Señor! en esta obra ya no trato de intereses sino de la honra de Dios, salvación de infinitas almas, servicio de V.M., con todo lo demás que vale el caso temporal y eternamente; y cuando el interés me llamara servicios y cohecho, yo, por los cuales se me debe de justicia el grande premio que no pido, cuanto más esperar el que está por merecer y me lo ofrecen.
Suplico a V.M. no permita se perturben ni detengan mis intentos, ni todos los bienes que generalmente pretendo me los pongan a peligro, o los conviertan en males, y que me valgo tener también probada mi intención, y mostrada mi suficiencia y estar sabido de mí cuán celoso y receloso he sido y soy desta obra, de la cual si doy buena cuenta, o mala, no he de ganar o perder menos que el cielo, y en la tierra, la vida, honra y lo demás; quiero decir que en este particular no reciba yo menos mercedes que las que se hizo a Colón, con todo cuanto varió.
Finalmente digo, Señor, que en el último memorial que presenté y va con éste, muestro lo mucho que pude haber obrado en las tierras del Austro y que su ejecución no ha quedado por mí; junta merced las obligaciones de V.M. para con las gentes dellas, cuya conversión no se puede retardar día ni hora, muestro la firmeza de mi voluntad para defender su parte y la de V.M., a quien suplico con toda humildad y confianza se sirva darme un despacho liso, o sea de más o menos o de nada; quiero decir que V.M. se digne de tomar esta empresa a su cuenta para gastar en ella cinco, cuatro, tres, dos o uno, o dejarla a la mía, que yo espero en Dios la dará un muy dichoso fin con vasallos de V.M. de España e Indias, mas no soy deste parecer, y lo soy de que V.M. gaste de una vez lo que bastare para coger pacífica y seguramente los tesoros que, para cielo y tierra, ofrece el Austro, y remato con decir que menos desto no conviene a la grandeza real de V.M., ni en razón de Estado Christiano y Político.